Cuando el astrónomo Dudley Bose descubre casualmente una esfera de Dyson
en un sector de la galaxia, al gobierno de la Federación se le ponen
por corbata. Y no es para menos: cualquier civilización capaz de
construir semejante artefacto es temible. La Federación de planetas
humanos decide construir una nave estelar, la Segunda Oportunidad, para investigar el extraño objeto.
Así
comienza una de las sagas más interesantes y, todo hay que decirlo,
tocho, por su extensión, con las que me he enfrentado y que el inglés
Peter Hamilton desarrolló en dos libros: La estrella de Pandora y su continuación Judas desencadenado. Aunque se puede etiquetar a la saga Federación como space opera,
lo cierto es que la definición se queda corta dada la cantidad de
conceptos que Hamilton, que no se corta en explayarse en las
descripciones, maneja en estas dos novelas.
El
espacio de la Federación humana, una asociación libre de planetas
colonizados en fases sucesivas mediante la tecnología de agujeros de
gusano, es descrito con detalle por Hamilton. Dos tecnologías son la
clave de este desarrollo: los ya mencionados agujeros de gusano para
viajar entre planetas (¡y sorprendentemente en tren!) y una
pseudo-inmortalidad conseguida mediante un cóctel de regeneración
celular, memorias sintéticas y clonación. Todo ello en una civilización
dominada por corporaciones familiares donde el capitalismo más puro
encuentra acomodo en una economía que puede crecer de forma indefinida
(siempre hay más planetas para colonizar). Si a eso le sumamos
inteligencias artificiales, alienígenas de todo pelaje, desde los más
agresivos a los más espirituales, tramas policiales, terroristas,
guerrilleros, complots políticos, traiciones, batallas espaciales y
terrestres y un largo etcétera, tenemos un par de novelas de lo más
apañadas y que dejan muy corta la definición de space opera.
El
estilo de Hamilton es sencillo y dinámico. La pega que se le puede
poner es una tendencia acusada a la verborrea que hace que las escenas
se extiendan demasiado. Por ejemplo, el desenlace de la segunda novela
(pura acción) dura decenas y decenas de páginas. Es obvio que Hamilton
funciona con las pilas del conejito ese. Además, como se trata de una
novela coral con muchos personajes, en mi caso me costó aclararme con el
dramatis personae hasta bien avanzado el primer libro. Un índice de personajes al inicio ayuda algo en este sentido.
En
fin, una saga entretenida de las que suelen gustar a los buenos
aficionados a la ciencia ficción de siempre, porque toca todos los palos
y tiene de todo. Eso si, requiere armarse de paciencia porque Hamilton
podrá tener muchas virtudes pero la concisión no es uno de ellas.
Tras este comentario se están removiendo en mi pila...
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar